domingo, 22 de noviembre de 2009

LAS MENINAS CARIBEÑAS.

VLADIMIR SERGE. 1920 -
Categoría: Grabado.
Título: Meninas Caribeñas.
Técnica: Grabado. Prueba de estudio.
Medidas: 53 x44 cms.
Fecha: 1976
Autor: Vlady
VENDIDO


Vladímir Víktorovich Kibálchich Rusakov (Владимир Викторович Кибальчич Русаков), más conocido como Vlady (Petrogrado, 15 de junio de 1920 - Cuernavaca, México, 21 de julio de 2005), fue un pintor y grabador ruso-mexicano con ascendencia belga y rusa.
Nace en plena Guerra Civil Rusa. Hijo del notable escritor y político anarquista Victor Serge (de nombre real Víktor Lvóvich Kibálchich), fue un auténtico heredero de la ideología anarquista y con relativa empatía con el trotskismo, y como tal sufrió al lado de sus padres la persecución emprendida por el régimen totalitario de Stalin. Durante algunos años padre e hijo fueron confinados a un gulag en Orenburgo, Siberia, mientras que su madre, Liuba Rusakova, fue remitida a una clínica psiquiátrica a cargo del Ejército Rojo, dado que las constantes persecuciones y el enorme estrés la habían afectado severamente. La educación inicial de Vlady le fue proporcionada por camaradas bolcheviques-leninistas, prisioneros como su familia.

Exilio y peregrinaje

En 1936, Stalin anunció la liberación de su padre al exilio y la familia fue acogida en Bélgica. Posteriormente, emigró a Francia, país donde Vlady decidió encauzar su vida al desarrollo artístico. Entró en contacto con André Breton, Berdayev, Joseph Lacasse, Pierre Pascal, Victor Brauner, Óscar Domínguez, André Masson, Wilfredo Lam y Aristide Maillol, y fue con este último que desarrollaría estrechamente el dominio de la técnica en grabado y pintura. Su estancia en Francia le permitió conocer de manera informal la obra de Diego Rivera. En 1941, padre e hijo emigraron nuevamente debido a la ocupación de Francia por parte del ejército alemán bajo el régimen nazi, y emprendieron el viaje hacia la Martinica, República Dominicana y luego a Cuba. Sin embargo, fueron rechazados sistemáticamente en estas naciones debido a su filiación comunista. Entre tanto, la madre de Vlady permaneció en un hospital psiquiátrico de Aix-en-Provence, donde murió años después.

México

Finalmente, en 1943 fueron acogidos en México meses después del asesinato de León Trotsky, quien también había sido acogido en dicho país. Vlady estableció contacto con simpatizantes del comunismo y entre ellos se encontraban Frida Kahlo y Diego Rivera, conocedor de la obra de ellos, no mostró total concordancia con los aspectos nacionalistas vertidos sus obras, sin embargo, su controvertido temperamento no chocó totalmente con la estética de la corriente ni con el manejo de sus técnicas.
A la muerte de su padre en 1947, Vlady contrajo matrimonio con Isabel Díaz Fabela, quien se perfilaría como el lazo cultural mexicano que se conjugaba con sus orígenes, resultando una amalgama de creatividad, forjada en la mente del pintor. Dos años después, Vlady decidió adoptar la nacionalidad mexicana. A partir de entonces, emprendió su participación constante en exposiciones e inició largos recorridos por Europa en los que exponía sus mejores trabajos. Instigador de la Generación de la Ruptura, se acercó a Alberto Gironella, Héctor Xavier, Enrique Echeverría y José Luis Cuevas, quienes, a la par de Rufino Tamayo, marcaron una escisión de la corriente nacionalista y buscaban terminar con la hegemonía de los tres grandes, Siqueiros, Orozco y Rivera, estableciendo los derroteros del Nuevo Arte Moderno a partir de los años 1950.
Rusakov participó activamente en diversas bienales en Argentina, São Paulo y París en los años sesenta. Su espíritu rebelde lo llevó a participar en distintos homenajes obteniendo distintos reconocimientos y becas que prolongaron su recorrido por Francia, Japón, Italia y Nueva York.
Fue hacia 1971 cuando recibió el premio del Salón Anual de Grabado en la Plástica Mexicana por cual fue invitado por Luis Echeverría Álvarez a pintar murales. Le fue sugerido compartir espacio con las obras de Rivera en Palacio Nacional, pero rechazó la propuesta por considerar innecesario confrontarse a él, además del espacio limitado que se le sugería.


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