
Categoria: Pintura.
Título: La Triada.
Técnica: Oleo, polvo de marmol sobre papel Daponte.
Medidas: 50 x 66 cms.
Fecha: 2008.
Autor: José Conteras Bustos.
por Galería Arte en Linea
Un mural a cinco manos
En 1970 los pintores Bassi, Cuevas, Coronel, Corzas y Gironella lo pintan en la cárcel de Acapulco
Pintura tras las rejas
Es el primer mural en el mundo pintado a cinco manos, solía presumirlo hace más de tres décadas el pintor Rafael Coronel, una de aquellas manos de las cuales estaban consagradas, por lo menos cuatro: José Luis Cuevas, Alberto Gironella, Francisco Corzas y el propio Coronel.
Aludía el maestro zacatecano al mural plasmado por ellos en la celda acapulqueña de Sofía Bassi, la quinta mano, corriendo 1970.
Sofía Celorio de Bassi cumplía una condena de once años por haber matado en 1966 a su yerno, el conde italiano Cesare D’aquarone, y sus amigos luchaban por devolverle la libertad.
Aquellos cinco pinceles acometerán con entusiasmo las viejas paredes de adobe de la cárcel de Acapulco. Habilitarán andamios, acondicionarán el lodo centenario para recibir los óleos de la modernidad y soportarán el encierro carcelario con temperaturas de sofoco. Todo para dejar constancia imperecedera de la visión particular de cada uno de ellos sobre la justicia mexicana, a la que no le irá nada bien.
Tan publicitada solidaridad gremial –suponiendo que Sofía Bassi hubiese sido una celebridad de la plástica y no una señora rica con la pintura como hobby–, se daba en el marco de un costoso movimiento reivindicatorio.
Se le ligará exitosamente con la comunidad cultural internacional y así, intelectuales de gran talla y renombrados artistas de Estados Unidos y Europa, harán escuchar sus voces clamando la libertad de la pintora encarcelada.
Se acusaba a la justicia mexicana de impía y corrupta y al proceso judicial como erróneo y perverso. El presidente de México y el gobernador de Guerrero recibirán miles de solicitudes de indulto para la artista.
México, producto de un sesgado bombardeo mediático, aparecía ante el mundo como un país gobernado por gorilas pisoteando el derecho y encarcelando el arte. El presidente Gustavo Díaz Ordaz, cuyo rostro era efectivamente simiesco, lo tomará como algo personal cerrando cualquier posibilidad de clemencia para la pintora.
La Bassi, no obstante, mantendrá la enfermería de la cárcel como celda individual y no será enviada con las presas comunes –ladronas, defraudadoras, fayuqueras y homicidas, todas pobres– como lo exigía el abogado de la familia D’aquarone de Verona, Italia. Sus otros privilegios se mantendrán intocados. Recepción indiscriminada de visitas, ingreso de materiales para sus artes, teléfono, televisión, baño privado, etc. Y, bueno, el paso expedito para las sospechosas restantes cuatro manos.
La crítica
Cuando pierde su libertad en Acapulco, Sofía tenía dos años apenas dedicada formalmente a la pintura. La cárcel, pues, propiciará su madurez como artista y el escándalo cotizará su obra.
Las siglas E.L.C. –En La Cárcel– aparecerán junto a su firma en todos los lienzos y murales de su encierro.
Por más que hoy mismo haya quienes sostengan que el fenómeno pictórico Bassi fue producto único del escándalo y del mercenarismo de una intelectualidad snob y chabacana, la pintura de Sofía recibió el aval categórico de críticos de arte mexicanos y extranjeros de gran solvencia y respetabilidad.
Alaíde Foppa, por ejemplo, valerosa periodista mexico-guatemalteca desaparecida por la dictadura de Guatemala, acercará la pintura de la Bassi al Bosco flamenco: “Llena como él sus cuadros de seres extraños, transforma las rocas en castillos y los castillos en estalactitas... Más que de personajes, con frecuencia se trata de un solo personaje solitario, mujer a menudo y casi autorretrato”.
La revista italiana La dona montovana, verá a la Bassi como “una artista de talento con técnica propia, cuya forma de expresión será un lenguaje lleno de significado metafísico”.
Para el crítico de arte J. Crespo de la Serna, “las obras de Sofía son joyas de rica fantasía, surrealístico- mágica”.
“Ella intuye un universo absolutamente intemporal. Esta es la primera fase de una operación mística de los sentidos”, dijo de su obra Salvador Elizondo.
Es una pintora –dice de Bassi José Luis Cuevas– que realmente me emociona; de las pocas obras de la nueva escuela mexicana de pintura que me conmueve.
Sofia es una de las artistas mas inquietantes –por vital y auténtica– de nuestros días: Antonio Rodríguez
Los pintores
Alberto Gironella, pintor capitalino exponente de la corriente surrealista. Cincuentón durante su estancia acapulqueña.
Rafael Coronel, zacatecano de 47 años. Ganador, cinco años antes de venir a Acapulco, del Premio Córdoba, en Sao Paolo, y del primer premio en la Bienal de Tokio, cinco después de haber pintado el mural a cinco manos.
Francisco Corzas. Pintor y grabador capitalino. Estudió en La Esmeralda y en Italia. Ejecuta en 1973 las pinturas Profeta y Plegaria para el Museo Vaticano. Morirá diez años más tarde.
José Luis Cuevas, nacido en la ciudad de México en 1934 es el artista plástico vivo más polémico de México.
El crimen
El crimen del conde D’aquarone se produjo el 1 de enero de 1966, en la Quinta Babaji del fraccionamiento Las Brisas. La mañana de ese día había tomado posesión como alcalde de Acapulco el doctor Martín Heredia Merckley (pero esa, como dice la nana Goya, esa es otra historia).
Vestida siempre de blanco, Sofía Bassi practicaba cada mañana ejercicios de yoga para luego desayunar frugalmente y dedicarse totalmente a la pintura, a la poesía y a la escritura (Bassi, prohibido pronunciar su nombre, 1977).
Había nacido (¿1930?) en la ciudad veracruzana general Camerino Z. Mendoza (hermano de su madre). Empezó a pintar en 1964, autodidacta, surrealista.
El pintor José Luis Medina la recuerda con mucho cariño pues fue de sus pocos amigos artistas acapulqueños. Cuando se conozcan los primeros trabajos de la Bassi en el puerto, donde la obra de Medina era ya familiar, no faltarán quienes afirmen que la presa se fusilaba al paisano.
Caballero discreto y decente, si los hay, José Luis rechazará enérgicamente la versión calificándola de insidiosa. Explicará que la cercanía entre ambas pinturas se daba en razón de provenir de la misma corriente surrealista, particularmente de Remedios Varo, con su fantástica veta onírica. Por lo demás, la dama veracruzana lo apoyará como a un discípulo muy querido hasta su muerte.
El mural
Cada mano se dejará llevar por su propio sentido de la justicia y su condena al juicio contra la artista.
Sofía se pinta desnuda a sí misma, crucificada y abierta en canal, mientras Gironella le coloca detrás a un verdugo chino operando la máquina de tortura. Un policía vestido clásicamente de azul no solo observa el martirio sino que participa de él.
Cuevas , por su parte, retrata a la justicia como una prostituta gorda y fea, aprobando la agresión a Sofía en su libertad y derechos humanos.
Un juez arrogante, desdeñoso y corrupto será visto por Coronel como una misma cosa con la prensa, cuya cámara también enjuicia y condena sin posibilidad de defensa. Reptando, dos figuras casi etéreas hipnotizadas por una serpiente de dos caras, las dos caras de la hipocresía.
Sofía aparece en un cuadro de caballete pintada por Gironella quien se ubica en la escena con bata de pintor y pinceles en la mano.
En su parte de muro, Corzas verá a Sofia como una bella y serena madona protegida por su viejo profesor.
Traslado
El mural a cinco manos estuvo a punto de desaparecer cuando por razones burocráticas no se acordaba su rescate ante la inminente desaparición del viejo palacio municipal. Nunca faltará entre un ejército de imbéciles alguien con sentido común y ese alguien será quien salve la pintura. Expertos mexicanos, usando técnicas italianas, lo imprimirán en paneles que luego confinarán en el auditorio del palacio municipal del centro. Hoy sería posible verlo a través del ojo de las cerraduras… en caso de que lo tuvieran. Preso, otra vez.
Sofia será también trasladada al nuevo reclusorio municipal de Hogar Moderno. Allí su celda será amplia, privada, con aire acondicionado y otros satisfactores pagados por su familia. Se dijo entonces que Carlos Trouyet, (el Slim de aquellos años) consuegro de la Bassi, habría apoyado económicamente al gobierno del estado para levantar las entonces modernas instalaciones.
El otro mural
A petición de maestros y alumnos de la Preparatoria 2 de Acapulco, Sofía Bassi pintará para esa institución un mural titulado Primero mi patria, luego mi vida. Fue realizado a escala y reproducido en mosaicos.
Cuatro manos
Cuatro manos votarán en contra de la propuesta de una quinta. Que el mural llevase como epígrafe un pensamiento dejado a la prisionera por el muralista David Alfaro Siqueiros, durante una visita al reclusorio.
Sofia: Sólo los grandes artistas se superan en el dolor de la cárcel.
■ Para el maestro Paco la pintura es una actividad científica y el artista es inventor por naturaleza
■ No me interesan la fama y el dinero; lo único que deseo es salir de aquí lo más pronto posible, pide el artista
Ángel Vargas
Composición de imágenes que reflejan la vida dentro del reclusorio, una de las obras de Francisco Javier Tejeda
El maestro Paco con uno de sus inventos relacionados con el arte de la pintura: el caballete giratorio Foto: José Carlo González
¿Famoso?, repite varias veces en murmullos apenas perceptibles, como si masticara esa palabra, hasta que finalmente espeta: “¡No! No me interesan la fama ni el dinero; lo único que deseo es salir lo más pronto de aquí, estar con mi familia, poder seguir pintando, ser artista y vivir de ello”.
Veintritrés son los años que Francisco Javier Tejeda Jaramillo acaba de cumplir de su condena de 40 en el Reclusorio Norte de la ciudad de México, relacionado con el cártel de Rafael Caro Quintero y como uno de los 20 coacusados por el homicidio del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar.
“Yo sí andaba de narcotraficante, la verdad; yo sí andaba con ellos. Fui policía judicial y me dejé corromper, me gustó el dinero fácil”, reconoce con cierto pudor. Lo que sí rechaza tajantemente es su participación en dicho asesinato: “Estoy aquí por algo que no decidí, ni hice; me embarcaron y ni modo. Estoy aquí por un error de juventud”.
Afable al trato, el maestro Paco, como se le conoce en el reclu, no esconde su emoción por ser entrevistado. Y es que si de algo se siente orgulloso es de “haber cambiado los rifles por el pincel”.
A un par de semanas de cumplir 56 años de vida, la fama de este hombre, nacido en Colima, ha rebasado ya las rejas de ese centro penitenciario, merced a las varias exposiciones pictóricas y subastas en las que ha participado su obra, tanto en México como en Estados Unidos.
Pero también han sido trascendentales sus más de dos décadas de labor al frente del taller de pintura de la prisión, de donde han surgido algunos artistas profesionales.
Un botón de ese reconocimiento extramuros fue que apenas el pasado 14 de julio José Luis Cuevas, en una visita que efectuó al Reclusorio Norte, elogió esa doble faceta del creador e inclusive, en un acto simbólico, lo “bautizó” formalmente como pintor, hecho del que quedó como constancia un lienzo autografiado por aquél, el cual se encuentra colgado en el centro de la pared del taller.
En medio de decenas de pinturas propias y de sus estudiantes, Francisco Tejeda recuerda que cuando llegó a la cárcel pensó en “seguir siendo narcotraficante, y me ponía a pensar cómo, desde este lugar, podía pasar droga a Estados Unidos; pero de repente, no sé si fue la soledad o qué, me puse a estudiar y a aprovechar el tiempo en vez de estar pensando tonteras.
“Le dije a mi esposa que me trajera libros –recuerda–, porque 40 eran muchos años y no podíamos estar viviendo de dinero regalado ni mal habido, debía trabajar”.
Comenzó así a estudiar arquitectura, electricidad, carpintería; aprendió a hacer vitrales, “en fin, todo lo que se podía, porque si algo sobra en la cárcel es tiempo”. La pintura fue una actividad a la que, en principio, rehusó adentrarse debido a que estaba harto de ella, ya que durante 10 años trabajó en Tijuana “pintando cuadros artesanales sobre terciopelo” para ser vendidos a los turistas.
No obstante, el llamado de esa disciplina fue más fuerte y el maestro terminó por rendirse a ella con una pasión que nunca había experimentado, “devorando cuanto libro de arte y técnica me llegaba”.
Un proceso de preparación intensivo y extenuante que le llevó siete años y cuyos conocimientos decidió compartir más adelante mediante la escritura del libro Los materiales de comprobada permanencia en la pintura al óleo, “manual que en mucho ayuda a quienes decidan aprender este oficio”.
Admirador de El Bosco, Goya, José María Velasco, Juan Soriano, pero sobre todo de Francisco Toledo, el maestro Paco considera a la pintura una actividad científica, de allí que rechace encasillarse con alguna técnica y buscar un estilo propio.
“Siempre estoy en búsqueda constante, porque creo que el artista es inventor por naturaleza. Cada día entramos al taller a hacer un invento, y éste es algo siempre distinto. La diferencia es que en el arte salen a flote las alegrías, los dolores, las rabias, en fin, lo más oscuro y lo más bello del ser humano”.
Ese afán de búsqueda se refleja en el pintor también en otra faceta: la de inventor, desde la cual creó un caballete giratorio (inspirado en el mecanismo de las lámparas que se utilizan en los restiradores), pero también zapatos tenis a los que se les puede desprender la suela, una serie de sillas que le ayudan a su trabajo y focos reutilizables.
De su forma de pintar, explica, le interesa más la composición que el tema, como ocurre con una canción. Asume que las suyas son preocupaciones y temáticas más del orden interior, sicológico.
En esa línea inscribe la serie en la cual trabaja actualmente, Tío Sam, en la que cuestiona y crítica la voracidad insaciable de los gobernantes gringos en pos de obtener petróleo, sin importarles la crueldad del precio, como se refleja en la guerra de Irak.
La plática se extiende por más de dos horas, y este hombre que fue mecánico, carpintero, buzo profesional, estudiante de aviación, y quien se encuentra casado con una ex miss Durango (con la que procreó dos hijos), concluye la plática:
“No sé porqué las autoridades federales no me dejan salir. Dicen que no estoy readaptado, cuando las autoridades de aquí aseguran lo contrario. No quieren darme el beneficio. Pero cuando salga, viviré de la pintura, fundaré una galería, una escuela y una unión de artistas”.
Por último, hace una petición: “A ver si pueden decirle al maestro (Francisco) Toledo que se anime a darse una vuelta por acá, para que vea lo que estamos haciendo”.
Artículo publicado en La Jornada el 27 de Julio del 2008